Armeria euscadiensis, la historia de un endemismo vasco (Autora: Nerea Landeta)

Cuando se trata de destacar la biodiversidad de un área geográfica, no hay nada como contar con un endemismo. Un ser vivo que sólo existe en ese lugar y en ningún otro de la tierra. Esta exclusividad lo convierte en una joya que exhibir y proteger, dos acciones que a menudo entran en conflicto. Hay quien opina que esto de la conservación de las especies es poco menos que un ritual naturista propio de adoradores de la tierra y subestiman su utilidad como herramienta. Los endemismos tienen el poder de atraer el turismo y ser la peor pesadilla de un constructor que recibe una evaluación negativa de impacto ambiental sobre su proyecto. En lo que a flora se refiere, en la costa del País Vasco y siempre ligada a la influencia del mar, existe una herbácea: la Armeria euscadiensis, que aunque poco conocida ya ha dado algún que otro quebradero de cabeza. Dado que un endemismo sólo tiene efecto si se sabe que existe, el descubrimiento de este premio se lo debemos a la ciencia, a la que le gusta preguntarse las cosas dos veces.

El 6 de abril de 1893, el botánico francés Georges Rouy dio con un ejemplar de esta planta mientras paseaba por el monte Urgull, en San Sebastián. Tras recoger una muestra la analizó clasificándola como una variedad singular de la especie Armeria cantabrica (var. marítima).  Con este nombre quedó registrada en 1895 durante más de medio siglo en el herbario de la Universidad de Lyon, a pesar de que el resto de ejemplares de esa especie habían sido localizados en ambientes de alta montaña (1800-2400m) de la Cordillera Cantábrica Central.

No fue hasta 1956 que un salmantino licenciado en ciencias biológicas llamado Francisco Bernis puso en duda la fiabilidad de esa clasificación. Bernis, que había basado su tesis doctoral en una revisión taxonómica del género Armeria, concluyó que se parecía más a la especie A. pubinervis, si bien no era una variante de la misma planta. Con estas referencias, dos botánicos franceses del centro St. Charles de la Universidad de Provenza iniciaron la investigación que concluiría con la clasificación taxonómica actual.

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La primera muestra que se emplearía para el estudio fue recolectada por el botánico Jean Vivant un martes 10 de junio de 1965 en el mismo San Sebastián. La encontró cerca de la entrada del puerto, al Este de la bahía, en una cornisa de rocas calizas. El 4 de mayo de 1973 herborizó otro ejemplar en los acantilados del monte Jaizkibel a la altura de Hondarribia, entre rocas areniscas. Un año después, el 16 de mayo de 1974, Vivant y su coautor Pierre Donadille identificaron otra planta en el cabo de Higer, al Oeste del faro, bajo los acantilados expuestos a la pulverización de las gotas provenientes de las olas. Ese mismo año viajaron a los montes cántabros para conocer mejor la flora de la zona y poder comparar las especies ya descritas con la encontrada por Rouy aquel día en el monte Urgull. Los resultados fueron publicados dos años después en el Boletín de la Sociedad Botánica de Francia, clasificando la planta como una especie aparte y exclusiva de la costa Gipuzkoana. La denominaron Armeria euscadiensis Donad. & Vivant 1976, en deferencia a Euskadi donde había sido encontrada. Actualmente se ha localizado también en zonas de la costa Bizkaina como la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, el Cabo Matxitxako y los acantilados del Cabo Billano de Gorliz.

A pesar de su distribución sólo existe una veintena de poblaciones diferenciadas a lo largo de la costa, siempre ligadas a un tipo de hábitat muy concreto en acantilados con sustrato de pH ácido. Por lo que aunque esté clasificada como vulnerable en el Catálogo Vasco de Especies Amenazadas, efectos adversos sobre su hábitat podrían llevarla a la categoría de En Peligro de Extinción. Las obras de acondicionamiento del monte Urgull constituyeron un problema para su integridad, pero sin duda el proyecto más polémico en el que se ha visto envuelta la Armeria euscadiensis es en la construcción de la pasarela del Monpas.

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Esta pasarela pretendía edificarse en la parte Este de la playa de la Zurriola, desde el paseo de Sagües hasta la punta de Monpas, suspendida en el aire ante el mar y con diferentes puntos de anclaje en la ladera del monte Ulia. De esta manera, a lo largo de 725 metros, los caminantes podrían disfrutar de las vistas del litoral desde un puesto más avanzado. Como parte del estudio de viabilidad del proyecto, hubo que localizar en el mapa uno a uno cada ejemplar de A. euscadiensis como especie de interés especial. Finalmente, y evaluando también otros parámetros, el departamento de Medio Ambiente del Gobierno Vasco concluyó en 2007 que la pasarela «no resultaba admisible», dado que la zona estaba catalogada con la máxima protección dentro del Plan Territorial Sectorial de Protección y Ordenación del Litoral del País Vasco (DECRETO 43/2007, de 13 de marzo). Tras unos años de lo que parecía la sentencia definitiva y sin modificaciones en el DECRETO 43/2007 en lo que respecta a esa zona, el proyecto ha vuelto a rescatarse para su puesta en marcha durante la legislatura 2015-2019. Bien es verdad que es el Ministerio de Medio Ambiente el responsable último de tomar la decisión, y también quien financia la obra de la «pasarela ecológica» del Monpas. Pero no deja de ser una contradicción difícilmente explicable si realmente actúa en contra de la normativa establecida.

Sea como fuere, y aunque finalmente se construya, que sepan aquellas personas que vayan a utilizarla que bajo sus pies crece un tesoro, no un vertedero. Dar acceso a la gente a puntos que antes no podían alcanzar suele traducirse en grandes cantidades de plástico encajados entre las rocas. Instalen y usen las papeleras. Los adoradores de la tierra os lo agradecerán. La Armeria euscadiensis también.

REFERENCIA IMÁGENES Asociación de amigos Jardín Botánico de Gijón «http://www.amigosdelbotanicodegijon.com».

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